lunes, 1 de junio de 2015

Los jóvenes viejos, de Rodolfo Kuhn



¿Qué es ser joven? ¿Hasta dónde dura la juventud? ¿Dónde estaban los verdaderos jóvenes?


                                                                            imagen extraída de  http://i.ytimg.com/


Los jóvenes viejos recorre, casi a la manera de una road movie, un viaje emocional, de descubrimiento en la vida de tres muchachos de Buenos Aires que buscan un sentido al ocio, al espacio en que se mueven y, tal vez, al amor.


Pero el film de Kuhn piensa el papel de estos jóvenes en la sociedad, en el lugar que ocupa la opinión de la juventud en la Argentina de la época. Y no es trascendente, ese lugar. Los chicos toman el auto y escapan, salen del ritmo frenético y -para ellos- sinsentido de la metrópolis, con rumbo a la playa, al mar.


Los tres muchachos son tan distintos entre sí, como comunes son sus preocupaciones existenciales: Roberto, recio, con cierto aire desesperanzado pero dispuesto a luchar por su amor; Ricardo, con porte de dandy, dueño de un carácter impulsivo pero jovial, y Carlos Hugo, retraído, coqueteando con la ambigüedad y siempre a mitad de camino respecto a los demás (según él, por ser un muchacho muy tímido).


La playa resulta un comienzo para algunos (Roberto y Sonia), un parador pasajero para otros (Ricardo y Chiche), pero, ante tanta carencia de afectos, de posibilidades de crecer o de hacerse un lugar en esa sociedad, el amor aparece finalmente como la salvación: el amor es un rito de pasaje, a través del cual no necesariamente estos jóvenes encuentran el sentido de la vida, pero sí descubren que, quizás, el secreto de las cosas no puede buscarse adentro, sino que deben salir a encontrarlo en un camino.


Año: 1962
Dirección y guión: Rodolfo Kuhn
Elenco: Alberto Argibay, Jorge Rivera López, María Vaner, Graciela Dufau, Emilio Alfaro, Marcela López Rey
País: Argentina
Duración: 106 min

lunes, 4 de mayo de 2015

Estética de la Circularidad. Gandahar, de René Laloux




imagen extraída de wikimedia.org

Cerebros gigantes, hombres de metal, androginia, mutantes de diversas especies, plantas asesinas, rayos paralizantes...
Gandahar se presenta como una historia de ciencia ficción que admite múltiples pautas de lectura; desde un cerebro gigantesco a modo de una superpotencia que controla a las masas mediante el uso coercitivo y violento de la tecnología (representada en los hombres de metal/hombres máquina), hasta la utilización de la ciencia para fines perjudiciales a esa especie emparentada con la humana.
La película es contemporánea al desastre de Chernobyl, lo que no hace más que potenciar el relato de la novela original, actualizándose en el parecer del espectador.


En Gandahar habría cierta concepción de lo circular, de lo esférico; así, desde pasos por alcantarillas y portales con la forma de la letra omega, pasando por el mismo cerebro o bien formas esféricas u ovaladas que representarían capullos, la película acentúa la discusión de un tiempo circular, en el cual aquello que pasará será inevitable: en parte, la lucha del protagonista Sylvian es contra esta concepción, a todas luces fatalista, naturalista y condicionante.
 

Volviendo a los capullos, el tópico de la concepción está presente a lo largo de la película de Laloux. Es así que en varias ocasiones se observa a los protagonistas siendo engullidos por uno u otro objeto o ser. Son absorbidos, pero también son despedidos de esos capullos en una suerte de renacimiento (en algunos casos guarda relación con la adquisición de la sabiduría, otra constante en el film).

Éstas y otras cuestiones se entrecruzan en Gandahar, una película con tono de 'culto', de parte de un director cuyo cuerpo de trabajo ha sido propio de un auteur, retomando en esta película tópicos de otros trabajos como la presencia de los humanoides, el peligro de las máquinas y la opresión de los más débiles de parte de formas física o tecnológicamente más poderosa. En fin, Gandahar podría proponer esto de pensar -y discutir- la noción de circularidad, temporal, espacial, estética, con el posible objeto de reflejarnos a nosotros mismos en un mundo cronotópicamente distante, pero tal vez (seguramente) no tanto. No estaríamos tan lejos de Gandahar, lamentablemente.



GANDAHAR (1988)
Dirección y Adaptación: René Laloux
Diálogos: Raphael Cluzel
País: Francia
Duración: 78 min