sábado, 14 de agosto de 2010

Piensa en inglés

Mi amiga Victoria piensa en inglés. Ella suele dedicarle gran parte de su tiempo a la literatura, y según dice, al absorber textos originales de la lengua anglosajona sus pensamientos toman forma en ese idioma. Oh, Victoria es muy inteligente, me lo ha demostrado. Tiene la capacidad de comprender una lectura con un solo pantallazo (hoy en día es difícil hacerlo con los escritores que tenemos). Por eso traté de seguirla a todas partes, convencido de que era alguien especial, una persona con la que yo podía llegar a complementarme.

Digamos que no estaba del todo errado.

Pasaron las tardes y mis invitaciones desfilaban como modelos de pasarela, sutiles y con cierta elegancia. Hicimos lo usual y delicioso; salimos a tomar helados, a ver películas y a reírnos de las inquietudes del mundo, hasta que tuve que arruinarlo todo aquella vez.

Por supuesto, lo que sucedió fue que no pude guardar mi lugar, y eché todo por la borda. Un mediodía mientras la acompañaba a la parada del colectivo que Victoria solía tomar, la agarré del brazo y le dije que era posible que me estuviera enamorando de ella. Aunque confieso que esperaba que cuando menos Victoria se sorprendiera por mi declaración, ella lo tomó con mucha tranquilidad. Sólo se sonrojó un poco, como si fuera esa una pequeña concesión que hizo para dejarme satisfecho.

Lo que me dijo redefinió la situación en la que nos hallábamos. Sin tapujos, y mirándome fijamente a los ojos, Victoria me confesó su secreto: era una androide. Me aclaró también que era yo la primera persona -fuera de su familia- a quien le manifestaba su secreto. Yo la miraba de arriba a abajo, y realmente esperaba que reculara y me dijera que estaba bromeando. Pero no fue así. Me decía la verdad. Y yo, en el fondo de mí, comenzaba a darle forma a una idea que pronto estaría del todo desarrollada: mi había enamorado de una androide.

A partir de ese día, las cosas fueron cambiando paulatinamente. Sin embargo, no todo se desdibujó; seguimos construyendo esa relación con Victoria, en especial cuando nos besamos al salir de la facultad aquel día famoso de la lluvia torrencial (poco importaron nuestros útiles bajo ese aluvión). Más fuerte resultó aquella vez que me confesó que, aunque jamás tendría sentimientos como los míos, había llegado a sentirse ‘distinta’, cuando estaba conmigo. De por sí, ese efecto era para mí un logro.

Al final, y luego de semanas de rica armonía, Victoria tuvo que irse. Nunca entendí bien las razones de su partida, pero aquello sucedió de un día para el otro, y no me dio tiempo a ensayar una linda despedida. De golpe, me dijo ‘tengo que irme’, y al instante siguiente, yo leía sus escritos en mi cuaderno como si ella los estuviera estampando en ese mismo momento. Esos escritos, claro, tenían forma de versos y estaban en inglés. Tenía esa extraña habilidad de hacer que sus ideas y pensamientos perduraran en una hoja amarillenta.

Es raro como se dan las relaciones. En poco tiempo, pude volver a enamorarme, y tiempo después, me vi obligado a desencantarme debido a la irrebatible fuerza del destino. Buscamos al principio al ideal de alguien igual a nosotros, pero en el camino nos damos cuenta de que en realidad lo que necesitamos es a alguien totalmente distinto. Alguien a quien acoplarnos, pero que nos dé una visión completamente diferente. No obstante, he aprendido mucho de ella, me he vuelto como ella; ya lo sé, por más prótesis que pueda tener nunca voy a ser un ser mecanizado, un androide. Pero yo no hablo de eso. Me refiero a su legado; el que haya sido ese idioma es sólo algo aleatorio, a ustedes quizás -seguramente- les pase con otros códigos, pero ese fue el que me marcó a mí. Su código. Ahora, cada vez que veo una película, tacho los subtítulos; quiero tener mis propios pensamientos. Y los de ella. Tal vez sea la única forma de mantenerme conectado a su mente. Pues cada vez que miro las películas, o leo los libros, pienso en inglés.

lunes, 9 de agosto de 2010

Hoy

Hoy he sido incapaz de quererme, refugiarme y odiarte
Sin embargo vuelve, el recuerdo, en la distancia
Y se hace hondo el silencio, la amargura, y la tristeza
Se acrecienta a cada instante, y de a ratos me marea.

Mi mañana se hizo tarde, y la amargura se hizo espanto
Y en el medio del silencio, escucho gritos, pienso en llanto
Mientras en mi pecho se agolpan muchos sentidos,
Abatiendo al corazón, desordenando sus latidos.

Y en mi mente una idea gira, se deshace y vuelve a ser
Una caricia imaginaria, una esfera de terciopelo
Que envolviendo tu sonrisa y tu mirada inconquistable
Encasilla tu recuerdo en un futuro inalcanzable.